Nomenclaturas del anonimato en las calles de Montevideo

Nomenclatures of anonymity in the streets of Montevideo

Natalia Montealegre

Universidad de la República (Uruguay)

Palabras clave

Liminalidad
Situación de calle
Montevideo
Nombres

Resumen: Este breve texto explora la dinámica vertiginosa de cambio de nombres de quienes viven en las calles de Montevideo. Esos cambios de apelativo de las «personas en situación de calle» están ligados tanto a la resolución de conflictos territoriales como a marcadores lingüísticos producto de institucionalizaciones tempranas en «hogares de amparo» o a procesos de cambio de género no lineales. Se comparten algunas reflexiones en base a un trabajo etnográfico en equipo, retomando herramientas clásicas de la antropología para comprender el cambio de denominación en diversos contextos culturales, pensando la liminalidad ya no como estado intermedio sino como un estatus en sí mismo que, a través de sucesivas desagregaciones, constituye al vivir en calle. Estas nociones de liminalidad y desagre­ga­ción se imbrican de forma peculiar con los etiquetajes y estigmas de quienes irrumpen en el espacio público con su permanencia y prácticas de subsistencia.

Keywords

Liminality
Homeless
Montevideo
Names

Abstract: This brief text explores the vertiginous dynamics of change of names of those who live in the streets of Montevideo. Those changes of appellatives are linked both to the resolution of territorial conflicts and to linguistic markers resulting from early institutionalization in «sheltered homes» or to non-linear processes of gender change. Some reflections are based on ethnographic teamwork, taking up classical tools of anthropology to understand the change of denomination in diverse cultural contexts, thinking of liminality not as an intermediate state, but as a status in itself that, through successive disaggregations, constitutes living in the street. These notions of liminality and disaggregation are intertwined in a peculiar way with the labels and stigmas of those who break into the public space with their permanence and subsistence practices.

 

* Correspondencia a / Correspondence to: Natalia Montealegre. Universidad de la República. Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación. Av. Uruguay, 1695 (11200 Montevideo) – montealegre.alegria@gmail.com – https://orcid.org/0000-0002-0921-844X.

Cómo citar / How to cite: Montealegre, Natalia (2024). «Nomenclaturas del anonimato en las calles de Montevideo». Papeles de Identidad. Contar la investigación de frontera, vol. 2024/2, papel 314, -14.

Fecha de recepción: agosto, 2024 / Fecha aceptación: agosto, 2024.

ISSN 1695-6494 / © 2024 UPV/EHU

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I.

Entre quienes habitan las calles de Montevideo y no cuentan con un cupo permanente en los dispositivos de protección para personas en «situación de calle», los nombres cambian con sorprendente velocidad. Son trayectorias vertebradas por intermitencias que signan las posibilidades de existir. Ese trashumar, con sus tiempos y mutaciones, encuentra un correlato en la nomenclatura de cada ser.

Ser nombradas de tal u otra manera habilita encontrarse, ser ubicadas, reconocidas, también permite el camuflaje o la protección en cierta pérdida o desaparición, agregaría Gatti (2022); dejar de estar resulta protector, reinventarse habilita el acceso a otros recursos.

Hasta ahí una lógica instrumental parecería poder explicar que conozcamos a una persona que hace tres años era María, ayer Cecilia, hoy quizás Santi para luego ser Santiago o Mario. Pero cuidado, porque al mismo tiempo en espacios públicos, por visitados, por tratarse de ámbitos de encuentro con pares o de acceso a servicios, quien porta en su trayectoria esa diversidad de palabras para presentarse y ser referida, también puede mantener una nominación pública estable y genérica como por ejemplo «La Tía». Un vínculo parental que en Uruguay refiere a educadores en hogares o refugios (tío, tía), y usarlo en la vía pública para pedir algo puede leerse como un marcador de haber sido institucionalizado antes de los 18 años. Son modos de emparentarse pese a todo, de pretender seguir siendo «duelables» (Butler, 2021, p. 93) por (para) alguien.

Apelativos y nombres se combinan, mutan, desconciertan. Su metamorfosis no es estable ni lineal, no podría pensarse con una «funcionalidad» unívoca o aquel «utilitarismo» criticado hace tiempo por Marshall Sahlins (1988); acompaña el cambio de los cuerpos en el ensamblaje con rincones, cajas, colchones, fronteras de la propia ciudad y más allá. La multiplicidad de relaciones sociales que se-es cambia, transmuta, se libera y engarza de modos que se condensan en el nombrar para volver a ser-en-el-mundo. Ser qué y ser quién con qué, sin quiénes. Tampoco coincide con otras situaciones de clandestinidad, la política por ejemplo, porque en estos cambios no es requerido un camuflaje del itinerario vital, casi siempre eludido. En la calle se suele mirar sin que se note, hablar sin que se escuche, pasar inadvertida, encubierta a la intemperie. Son trayectorias que desconciertan, desagregadas una y otra vez. ¿Liminales?

 

II.

Nominaciones que están en una y otra frontera, no solamente como estatus intermedio de no-ser. La desagregación, las desagregaciones sucesivas, parecerían constituirse como estadio. Esa precaria incertidumbre radicalizada, como elemento distintivo, constitutivo de la calle. No se trata de la reconocible identidad deteriorada de Erving Goffman (2006/1963), tan etiquetada, sucesivamente etiquetada (Aniyar de Castro, 1977), aunque también eso pase.

Lo que sabemos de los estudios etnográficos «clásicos» es observar cómo una serie de ritos de paso marcan procesos de separación y agregación a diversos grupos de estatus que en algunos contextos suponen un cambio de nombre (o la sumatoria de cierta denominación). La liminalidad, en tanto momento de separación, cuando ya no se pertenece a un grupo ni se integra uno nuevo, aparece como estado intermedio; parafraseando a Turner (1980/1967), es el momento de la mutación, cuando acontecen los cambios. También cuando se produce el aislamiento, intentos de homogeneización o cierta desnudez que deja fuera del campo de visión a los neófitos, estado de inestabilidad y temor, de concentración para volver a ser y superar los riesgos rituales. Aquello que tempranamente Van Gennep (1978/1909) identificó como una etapa de tres del rito de paso (separación, liminalidad o estadio intermedio y agregación), serían fases que suponen posiciones altamente dinámicas, que siempre deben ser entendidas en contexto para permitir explicar diversos procesos sociales. Parecería ser, al detenerse a observar estas desagregaciones, que cobran otro dinamismo e inestabilidad en el presente de las calles de Montevideo; ¿otra velocidad?

 

III.

¿Qué ocurre en estos devenires urgentes que habilita reconfiguraciones tan variadas en los apelativos? ¿Esos cambios de nomenclatura se encuentran ligados a algún cambio de estatus? ¿Cuáles serían esas «otras categorías» o ese «otro grupo» al que se pasa a pertenecer? En el proceso de investigación en «calle-calle» no se encuentra tal cosa como «grupo», más allá de su lábil definición. Hay grupitos, pares, esporádicas alianzas para un día a día o refugio, menos aún podríamos hablar de «población»... Claro que es posible construir categorías, tipos, agrupar para describir sin que ello coincida, la mayor parte de las veces, con algún ordenamiento nativo.

Para la ciudadanía son neófitos del presente con partida de nacimiento, anonimizados, salvo cuando una política pública los alcanza. En ese momento, aparece un nombre nuevo para quienes le conocimos en la calle, es el del documento, de la cédula de identidad uruguaya, otorgada por el Ministerio del Interior y la Dirección Nacional de Identificación Civil. Es un nombre más largo, con poco uso en el último tiempo, pero que abre la puerta a una cama, una ducha, un ID del sistema informático de turno. A veces esos documentos son dos, por ejemplo durante el período de transición legal de nombre propio o ante un cambio de sexo registral. En Montevideo llegan menos mujeres que varones a la calle. Históricamente las mujeres trans, antes travestis, eran desagregadas de sus familias, y no pocas de ellas han pernoctado, pernoctan, o incluso viven en la calle; aquellas mujeres cisgénero que lo hacen en el presente muchas veces optan temporalmente por un apelativo masculino o devienen varones trans. Durante esos procesos, si se realiza el trámite correspondiente, se pueden portar dos Cédulas de Identidad con distinto nombre junto al mismo número y apellido; también puede quedar una sola cédula con la nueva denominación legal y otro documento, la Credencial Cívica (que da existencia en el padrón electoral), donde el viejo nombre queda adherido a la posibilidad de ejercer el voto, ese obligatorio que muchas veces no acontece. El nombre legal, vetusto pero vigente, facilita otros derroteros, en algunos casos incorporados a las tácticas para la subsistencia. Un efecto de realidad inesperado de las prácticas concretas que se resumen, en otros ámbitos, como conquista de derechos.

La experiencia etnográfica colaborativa, con una organización de personas en situación de calle en la ciudad de Montevideo (Aguiar, Montealegre y Rossal, 2023), indicaría, como discutimos con Sofía y Marcelo[1] hasta el hartazgo, que es la liminalidad misma del estar en calle la que instala la mutación de los nombres, esa metamorfosis dinámica es parte de las sucesivas desagregaciones, liminalidades que a la vez son procesos de agregación en las categorías de lo punible o aquello que el Estado debería proteger. ¿Derechos?

 

IV.

A veces, inesperadamente, las personas en situación de calle en el anonimato llaman la atención. Sorprenden desde los contenedores de basura municipales cual Griffin de Herbert George Wells. Los transeúntes divisan unas pantorrillas y unos pies mirando al cielo desde un contenedor; emergen de esos prismas grises de base rectangular, con bordes redondeados. Una solapa de color verde en el espacio de recepción indica que son aptos para residuos húmedos; pueden contener 2,25 metros cúbicos de basura. Dice la Comuna que poseen boca tipo buzón precisamente porque imposibilita retirar los contenidos y facilita la clasificación.

El hombre invisible realiza sus experimentos para ser. Adentro está oscuro, hay que plegar las rodillas, se pueden cruzar los pies para acompañar la flexión y garantizar una salida rápida. Hay técnicas de selección más o menos refinadas ante el volumen de basura embolsada. Con cuidado para no lastimarse, se tantea rasgando el nylon, identificando qué habrá para comer, tomar y vender.

Hay técnicas del cuerpo, como las llama Marcel Mauss (1993/1936), para la provisión de recursos en la intimidad de un lugar diseñado para evitar el contacto con humanos, técnicas que durante la faena impiden cualquier reconocimiento; la nominación, su necesidad, en ese lapso queda suspendida. Durante la tarea, solamente los pies habitan el paisaje urbano a la altura de la cabeza de cualquier transeúnte. Materialización radical del quedar fuera estando bien, bien adentro.

 

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Fotos[2]

Contenedor, actos 1, 2 y 3

 

Luego de hurgar y seleccionar, la persona sumergida, manteniendo el torso en línea recta, flexiona sus brazos, apoya las manos contra la pared interior del contenedor y se impulsa hacia arriba. El cuerpo resbala, la bandeja abatible que sirve de puerta para apoyar las bolsas se inclina y la fuerza de gravedad hace el resto.

El cuerpo se desliza hacia afuera, se completan las piernas, viene la cadera, luego la espalda, cabeza, brazos… manos. Algo recuperado colgando. Ya de cuerpo presente, la persona y su tan despreciado botín emergen. Se revisa lo retirado a la luz de la ciudad, una última selección con la cara al viento, identificable por el nombre de turno. Finalizada la tarea, el cuerpo se encorva, el bulto se disimula, y en el caminar el movimiento adopta un ritmo que ayuda a perderse de vista.

 

V. Referencias

Aguiar, S., Montealegre, N., y Rossal, M. (2023). Los corretiados y la casa prometida. Papeles del CEIC, 2023/2(287), 1-20.

Aniyar de Castro, L. (1977). Criminología de la Reacción Social. Universidad del Zulia.

Butler, J. (2021). La fuerza de la no violencia. Paidós.

Gatti, G. (2022). Desaparecidos. Cartografías del abandono. Turner.

Goffman, E. (2006/1963). Estigma: la identidad deteriorada. Amorrortu.

Mauss, M. (1993/1936). Las técnicas del cuerpo, y La noción de persona. En Sociología y Antropología (pp. 309-356, y 337-356). Tecnos.

Sahlins, M. (1988). Cultura y Razón Práctica. Editorial Gedisa.

Turner, V. (1980/1967). Símbolos en el ritual ndembu. En La selva de los símbolos. Aspectos del ritual ndembu (pp. 21-52). Siglo XXI.

Van Gennep, A. (1978/1909). Os ritos de passagem. Coleçao Antropologia, No 11. Editora ­Vozes.

 

[1] Sofía Lans y Marcelo Rossal, docentes de la Universidad de la República con los que compartimos el componente etnográfico del Núcleo Interdisciplinario «Trayectorias en situación de calle. Un fenómeno multidimensional».

[2] Minas entre Av. 18 de Julio y Guayabos, Montevideo, diciembre 2023. Registro: Santiago Zorrilla, Núcleo Interdisciplinario «Trayectorias en situación de calle. Un fenómeno multidimensional», Universidad de la República.