Dos nombres y muchas fronteras
Two names and many borders
Stefan Le Courant
Palabras clave Fronteras |
Resumen: Basado en una investigación etnográfica, este artículo cuenta un caso en donde el vínculo entre identidades y fronteras se imbrican y se complican mutuamente. Muestra cómo las fronteras no son solo sitios donde las identidades son controladas, sino también espacios de creación de identidades cuyo devenir es incierto. El texto sigue la trayectoria de un joven oriundo de Mali que llega a Francia y no logra obtener un permiso de residencia. La irregularidad administrativa lo conduce a generar y habitar una nueva identidad que afecta su vida cotidiana, más allá del ámbito meramente burocrático. En definitiva, detrás de un asunto de nombres y papeles, lo que se pone en juego constantemente para este joven es el carácter tangible y omnipresente de la frontera. De una frontera que (le) complica la vida y que, de algún modo, (le) impide ser. |
Keywords Borders |
Abstract: Drawing on ethnographic research, this article recounts a case where the link between identities and borders are intertwined and mutually complicated. It shows how borders are not only sites where identities are controlled, but also spaces for the creation of identities whose future is uncertain. The text follows the trajectory of a young man from Mali who arrives in France and fails to obtain a residence permit. The administrative irregularity leads him to generate and inhabit a new identity that affects his everyday life, beyond the merely bureaucratic sphere. Ultimately, behind the issue of names and papers, what is constantly at stake for this young man is the tangible and omnipresent nature of the border. A border that complicates (his) life and, in a way, prevents him from being. |
* Correspondencia a / Correspondence to: Stefan Le Courant. CEMS (CNRS-EHESS, UMR8044/InsermU1276). 54 Bd Raspail (75006 Paris-Francia) – stefan.le-courant@ehesss.fr – https://orcid.org/0000-0002-0848-0606.
Cómo citar / How to cite: Le Courant, Stefan (2024). «Dos nombres y muchas fronteras». Papeles de Identidad. Contar la investigación de frontera, vol. 2024/2, papel 312, -14.
Fecha de recepción: julio, 2024 / Fecha aceptación: agosto, 2024.
ISSN 1695-6494 / © 2024 UPV/EHU
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Creative Commons Atribución 4.0 Internacional
Masséré Sissoko salió abatido del tribunal de Créteil. Llevaba meses preparándose para este encuentro, pero el juez lo recibió unos minutos antes del inicio de las audiencias para comunicarle que su solicitud de anulación de la prohibición de permanecer en territorio francés era inadmisible. Debería haber presentado la solicitud desde el extranjero, ya que se suponía que había abandonado suelo francés. Todavía en los pasillos del tribunal, escuchó distraído los consejos del abogado de oficio que lo acompañaba ese día —esperar hasta tener diez años de presencia en Francia para solicitar el arraigo, un permiso de residencia por «vida privada y familiar»— y, en el momento en el que llegó a la explanada, murmuró: «Dejo todo esto, voy a tomar a Mahamadou Diarra»[1]. «Dejarlo todo» significaba renunciar a la regularización hecha a su nombre y asumir, esta vez de forma aparentemente definitiva, el de Mahamadou Diarra, la persona administrativa cuya existencia mantenía de cara a las autoridades francesas desde hacía años. En las semanas siguientes, su intención de cambiar de identidad se sumó a las conversaciones periódicas que veníamos manteniendo desde hacía casi tres años sobre la forma de salir cuanto antes de la irregularidad. De una reunión a otra, sus intenciones variaban. A veces descartaba radicalmente la posibilidad de cambiar de nombre, ya que no podía aceptar un nombre de «esclavo». En el pueblo Soninké de la región maliense de Kayes, donde creció Masséré, el apellido indica la posición social. Sitúa al individuo dentro de un sistema de castas que impone prohibiciones matrimoniales, regula las obligaciones de cada uno y reserva a los «nobles» —de los que forma parte la familia Sissoko— las funciones más prestigiosas, como la de alcalde e imán. A veces añadía, poniendo especial énfasis en la primera sílaba de la palabra, que sería una «vergüenza». Para el encuentro siguiente, se reía de mi ingenuidad: ¿cómo podía imaginar que un simple nombre en un documento administrativo francés podría hacerlo dudar de su identidad?
1. Nacimiento y renacimiento de Mahamadou Diarra
Masséré acababa de cumplir veinte años cuando se marchó de su pueblo hacia Bamako. A principios de los años 2000, todavía era posible obtener un visado para Francia, y no eran muchos los habitantes de su pueblo que se habían lanzado al mar para llegar a Europa. En la capital, un tío lo puso en contacto con el coxeur[2], que en adelante sería su intermediario con las autoridades. Masséré le entregó su partida de nacimiento, único documento de identidad que poseía. El coxeur se encargó de que las autoridades malienses le expidieran un pasaporte y solicitó un visado en el consulado francés. La solicitud fue rechazada, probablemente porque Masséré se asemejaba en todo a la «población de riesgo»[3] —el grupo de personas sospechosas de ocultar un plan migratorio tras la solicitud de un visado de turista— según la definición de la Unión Europea: procedía de un pueblo donde la agricultura y la ganadería eran las principales actividades y no tenía trabajo ni formación. Pero el servicio del coxeur incluye una «segunda oportunidad». Para cambiar su aspecto en la nueva foto de identidad que recibe, Masséré se corta el pelo. La administración maliense redacta un nuevo pasaporte, a nombre de Mahamadou Diarra, y tiempo después, sin saber por qué ni cómo ha funcionado esta solicitud, obtiene un visado para Francia. Nacida de la primera confrontación de Masséré con el régimen fronterizo europeo, Mahamadou Diarra era ante todo una identidad asumida para la duración de un viaje, el tiempo necesario para cruzar las fronteras. Como institución que clasifica a los individuos, frena los movimientos de algunos y asigna identidades (Balibar, 1996), la frontera también impone formas de elusión. Nuevas identidades surgen, nuevos seres nacen.
Cuando llegó a Francia, Masséré guardó el pasaporte de Mahamadou Diarra en un armario y, animado por los miembros de su familia y de su pueblo que le precedieron, inició los trámites que algún día le permitirían residir legalmente en Francia. Solicitó asilo, sin ninguna esperanza de obtener el estatuto de refugiado, solamente para empezar a acumular «pruebas de presencia» en el territorio, que se le exigirían sistemáticamente en cada trámite administrativo.
El poder del Estado se expresa en su capacidad para capturar individuos en un «campo documental»; se manifiesta también en su capacidad para mantener a ciertos individuos al margen de la regularidad, sin «papeles» (Hull, 2012). Durante cinco años, Masséré alimentó su «expediente» —acumulando facturas, extractos bancarios, recetas médicas, decisiones administrativas, etc.— e hizo repetidos e infructuosos intentos de obtener documentos. Entretanto, Masséré había sido detenido varias veces y encerrado en un centro de internamiento, escapando cada vez a la expulsión del territorio francés. Cansado de su vida de inmigrante indocumentado, pero familiarizado ahora con la administración francesa, que frecuenta asiduamente, sabe que estos artefactos burocráticos tienen el poder de hacer vivir a las personas, o de destruirlas (Yngvesson y Coutin, 2006). Así fue como Masséré decidió sacar a Mahamadou Diarra del armario. Para «utilizar este nombre», tenía que darle densidad a la existencia de Mahamadou Diarra, una densidad medida por la cantidad de documentos que podían presentarse con su nombre. Pero antes, Masséré tenía que encontrarle una dirección a la que enviar los documentos para Mahamadou Diarra. La busca en un distrito donde la administración tiene fama de ser más indulgente con los extranjeros. Abre una cuenta bancaria a este nombre, ingresa y retira dinero regularmente para «demostrar su valía» y rellena sus declaraciones fiscales. Armar un «buen expediente» no es sólo cuestión de acumular papeles; el valor de estos papeles depende de la fiabilidad de la persona que los emite. Se da cuenta de que, a ojos de las autoridades, su vida se parece mucho a la de Mahamadou Diarra: una pila de papeles. Al haber llegado con un visado y no haber sido nunca detenido ni expulsado, el expediente de Mahamadou Diarra está «más limpio», encaja menos en el retrato despreciativo del «ilegal» y podría tener más posibilidades de ser regularizado. De hecho, Masséré se arrepiente de no haber pensado en darle consistencia a su nombre. Ha «perdido cinco años», ya que las autoridades sólo tienen en cuenta los años de los que se han acumulado pruebas suficientes, y la duración de la residencia es un factor clave en cualquier proceso de regularización[4].
2. Vivir con un ser administrativo
En un café, unos meses después de empezar a recopilar el expediente de Mahamadou Diarra, Masséré oyó hablar de un «negocio de papeles». Por 1.600 euros, pagados a un intermediario, un médico redactaba un certificado médico que, una vez presentado a un cómplice empleado por la prefectura, permitía obtener un permiso de residencia temporal para recibir tratamiento médico. Masséré decidió utilizar la identidad de Mahamadou Diarra para no «manchar [su] verdadero nombre». Decidió conservar su «expediente» porque si la policía descubría que había utilizado medios deshonestos temía no poder obtener nunca la regularización usando su nombre, pero «si suspenden el expediente a nombre de Mahamadou Diarra, eso no me preocupa». Tras haber sido una identidad de viaje, Mahamadou Diarra se convirtió en una identidad de protección. Masséré consiguió renovar tres veces el permiso de residencia provisional. Mahamadou Diarra permaneció legal en Francia durante nueve meses, y Masséré utilizó esta identidad dos veces para evitar los controles policiales.
Unos meses más tarde, bajo el nombre de Mahamadou Diarra, Masséré participó en la ola de huelgas de trabajadores sin papeles. Al mismo tiempo, negoció con su jefe la obtención de documentos acreditando su empleo, que esperaba le permitieran regularizarse con su «verdadero nombre». Esta vez, Mahamadou Diarra sirve para multiplicar las vías hacia la legalidad. Y durante las numerosas reuniones con los sindicatos que apoyan a los huelguistas, tendrá que encarnar esta identidad «multiplicadora». Cuando se le hace una broma sobre su apellido —«Los Diarra no valen nada»— responde de la misma manera que aquellos a los que él solía hacer las mismas bromas en el pueblo. «Los Diarras venimos de la familia de los reyes». Unas semanas más tarde, la encarnación toma una forma aún más concreta cuando Masséré y Mahamadou Diarra reciben una carta con pocos días de diferencia en la que se les invita a recibir una serie de vacunas. Masséré se pregunta: ¿no es peligroso vacunarse dos veces seguidas? Pero ¿no existe también un peligro para el «expediente» si uno no va a vacunarse? Si se niega, ¿no atraerá la atención del seguro médico y, quién sabe, de la prefectura?
3. Ser doble y no ser ni uno
Desde que salió de Bamako, Mahamadou Diarra ha tenido muchos usos. Primero como identidad transfronteriza, luego como identidad protectora, antes de convertirse en una forma de multiplicar las posibilidades de regularización. Durante todo este tiempo, Mahamadou Diarra ha servido para proteger a Masséré, pero cuando, al salir del tribunal, se plantea la cuestión de convertirse en la persona que la frontera había creado diez años antes, el dilema se vuelve muy diferente. Las vacilaciones de Masséré son la encarnación de ello: conservar su nombre a riesgo de prolongar su irregularidad, o aceptar convertirse en Diarra y ver degradado su estatus social. Ahora bien, la cuestión que más parece ocupar a Masséré es otra completamente distinta: ¿uno es realmente la persona de la que atestiguan sus documentos de identidad? ¿Se trata solo de un nombre en un papel o es algo más que un papel? El dilema de Masséré refleja un malestar en el que el apellido en los documentos de identidad no es probablemente la cuestión principal, sino más bien el símbolo más evidente. Detrás de la regularización y la identificación está la relación con uno mismo y el reconocimiento de los demás. Hablar de un apellido es una forma, probablemente la más sencilla, de hablar de uno mismo (Vom Bruck y Bodenhorn, 2006). Permite poner en palabras un sentimiento difuso, que Masséré comparte con muchos sin papeles: el sentimiento de no ser una persona de pleno derecho a fuerza de disimular y jugar con las identidades. Durante la detención en el CIE, como el encierro suele ser propicio a la introspección, muchas personas puntualizan el balance de todo lo que la irregularidad les priva con un «es más, ni siquiera trabajo para mi nombre». Esta frase parece reflejar tanto una condición de trabajo —utilizar la identidad de una persona legalmente residente y correr el riesgo diario de ser descubierto y deportado— como una condición de vida en la que no se trabaja para hacer crecer el propio nombre. Sin embargo, «ir a Europa a buscarse la vida» es una expresión muy extendida entre los emigrantes de África Occidental. Expresa el deseo imperioso de escapar de la «insignificancia social» (Timera, 2001) que acecha en el país de origen; expresa la esperanza de no seguir siendo insignificante y de llegar a ser alguien. Hete aquí que la irregularidad expone a migrar y no ser nadie. La inexistencia social puede llevar a veces a la desaparición del yo. Muchas personas son conscientes de vivir una vida disminuida, limitada respecto de lo que debería ser. En Bamako, Masséré Sissoko se enfrentó por primera vez a la frontera. Durante diez años, siguió topándose con ella. Nunca la cruzó del todo, pues sigue atormentando su vida cotidiana. Durante más de diez años, Mahamadou Diarra ha permitido a Masséré reducir, en parte, las limitaciones proteiformes que ejerce la frontera (imposibilidad de abrir una cuenta de banco, de obtener una línea telefónica, o un alquiler a su nombre). Cuando se plantea la cuestión de convertirse en Mahamadou Diarra, la frontera siempre está ahí. Ya no es una línea, ya no es una administración, ahora está interiorizada. Tironea, divide y pone en peligro a la persona.
En sus tiempos de irregularidad, Masséré Sissoko contaba a menudo con fruición sus maniobras para engañar a la policía, a la prefectura o a un sindicato. Pero el placer de hacerse pasar por otro nunca disipa el sufrimiento de no poder ser uno mismo. En este sentido, los impostores (Comaroff y Comaroff, 2016) —como los espías (Dewerpe, 1994)— son la encarnación por excelencia de los clivajes de la personalidad contemporánea, atrapada entre la exploración placentera de los infinitos yos posibles y la búsqueda quimérica de la autenticidad. Finalmente regularizado con su propio nombre, casi dos años después de haber considerado la posibilidad de cambiarlo, Masséré siguió manteniendo el expediente de Mahamadou Diarra. Como nunca se encontraron sus huellas dactilares bajo ese nombre, podrá entregar el expediente a un hermano y ahorrarle los años de espera que él mismo ha vivido, o venderlo a un recién llegado. Y quién sabe, tal vez, Mahamadou Diarra seguirá existiendo.
4. Referencias
Balibar, E. (1996). ¿Qué es una frontera? En La crainte des masses. Politique et philosophie avant et après Marx (pp. 371-380). Galilée.
Comaroff, J., y Comaroff, J. L. (2016). Imposture, law, and the policing of personhood: the return of Khulekani Khumalo, zombie captive. En The truth about crime: sovereignty, knowledge, social order (pp. 125-142). University of Chicago Press.
Dewerpe, A. (1994). Espion: une anthropologie historique du secret d’État contemporain. Gallimard.
Hull, M. S. (2012). Government of paper: the materiality of bureaucracy in urban Pakistan. University of California Press.
Le Courant, S. (2019). Imposture at the border: law and the construction of identities among undocumented migrants. Social Anthropology, 27(3), 472-485.
Le Courant, S. (2019). Imposture à la frontière. Les deux vérités de Masséré Sissoko. Monde commun, 2, 48-66.
Timera, M. (2001). Les migrations des jeunes sahéliens: affirmation de soi et émancipation. Autrepart,18(2), 37-49.
Vom Bruck, G., y Bodenhorn, B. (2006). The anthropology of names and naming. Cambridge University Press.
Yngvesson, B., y Coutin, S. B. (2006). Backed by papers: undoing persons, histories, and return. American Ethnologist, 33, 177-90.
[1] Los elementos presentados en este artículo ya han sido publicados en inglés en el artículo «Imposture at the border: law and the construction of identities among undocumented migrants» publicado en el volumen 27, número 3 de la revista Social Anthropology en 2019; y en francés en «Imposture à la frontière. Les deux vérités de Masséré Sissoko» en el número 2 de la revista Monde commun también en 2019.
[2] Término utilizado para designar a los vendedores ambulantes y, por extensión, a las personas que facilitan el viaje de los inmigrantes.
[3] «Instrucción consular común dirigida a las misiones diplomáticas y oficinas consulares de carrera», Diario Oficial de las Comunidades Europeas, 22 de septiembre de 2000.
[4] Diez años para un permiso de «vida privada y familiar» y unos cinco años en aquella época —cuya duración variaba en función de la prefectura— para la regularización a través del trabajo.